Blog de Alejandro

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14 de febrero de 2012

Pide a los Reyes Magos


Hay una idea extraña, atrayente, evocativa, una de las conjeturas mas exquisitas de la ciencia o de la religión. Es una idea totalmente indemostrada; seguramente no llegará a demostrarse nunca pero excita enormemente. Se nos dice que existe una jeraquía infinita de universos, de modo que si penetramos en una partícula elemental, por ejemplo un electrón de nuestro universo, se nos revelaría como un universo totalmente cerrado. Dentro de él, organizadas como el equivalente local de galaxias y estructuras mas pequeñas, hay un número inmenso de otras partículas elementales mucho mas diminutas, que a su vez son universos en el nivel siguiente, y así indefinidamente: una regresión infinita hacia abajo, sin fin. Y lo mismo hacia arriba.

Nuestro universo familiar de galaxias y estrellas, planetas y personas, sería una única partícula elemental en el siguiente universo superior, el primer paso de otra regresión infinita. Esta parece ser la única idea religiosa que supera a la del número sin fin de universo cíclico infinitamente viejo de la cosmología hindú, sin principio ni final.

¿Como la energía, que no se crea, no se destruye, sólo se transforma?. Entonces voy a pedir para mi próxima transformación... Queridos Reyes Magos: la próxima vez quiero ser mas fuerte, mas alto, mas listo, mas rápido, mas gracioso, mas simpático, pero sobre todo mas rico... y prometo ser bueno ¿ok?.

Iluso de mí... que me creo el primer párrafo, y el segundo.. ¡y el tercero!. En fin, por si acaso, espero que les llegue mi pedido.

1 de febrero de 2012

Tycho Brahe. ¿Quién?

En la época de Kepler sólo se conocían seis planetas: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Kepler se preguntaba porqué eran sólo seis ¿porqué no eran diez o veinte?. Kepler, un maestro de escuela provinciano de orígenes humildes y desconocido por todos excepto por unos pocos matematicos, no paraba de buscar información y otras preguntas sobre el Cosmos, pero no tenía los medios necesarios.

Tycho Brahe
Había entonces un sólo hombre en el mundo que tenía acceso a las observaciones mas exactas de las posiciones planetarias aparentes, un noble danés que se había exiliado y había aceptado el empleo de matemático imperial de la corte del sacro emperador romano Rodolfo II. Ese hombre era Tycho Brahe. Casualmente y por sugerencia de Rodolfo II, acababa de invitar a Kepler (cuya fama estaba creciendo) a que se reuniera con él en Praga. Los dos tuvieron varios encuentros aparte de éste, pero Tycho se limitaba a arrojarle de vez en cuando algo de información: "Tycho no me dió oportunidad de compartir sus experiencias. Se limitaba a mencionarme, como si fuera de paso, hoy la cifra del apogeo de un planeta, mañana los nodos de otro..."

Tycho era el mayor genio observador de la época, allá por 1590, y Kepler el mayor teórico, pero Tycho Brahe no estaba dispuesto a regalar toda la labor de su vida a un rival en potencia mucho mas joven. Murió a causa de una infección urinaria que empeoró cuando se negó a dejar de moderarse en las comidas y bebidas. En su lecho de muerte, por fin legó sus observaciones a Kepler, y en la última noche de su lento delirio iba repitiendo una y otra vez estas palabras, como si compusiera un poema: "Que no crean que he vivido en vano... Que no crean que he vivido en vano... "

Que así sea.