La ciudad de Alejandría era la capital editorial del planeta. Como es lógico no había entonces prensas de imprimir. Los libros eran caros, cada uno se copiaba a mano. La biblioteca era depositaria de las copias más exactas del mundo. El arte de la edición crítica se inventó allí. El Antiguo Testamento ha llegado hasta nosotros principalmente a través de las traducciones griegas hechas en la biblioteca de Alejandría. Los Tolomeos dedicaron gran parte de su enorme riqueza a la adquisición de todos los libros griegos, y de obras de Africa, Persia, la India, Israel y otras partes del mundo.
Ademas, esta era la mayor ciudad que el mundo occidental había visto jamás. Gente de todas las naciones llegaban allí para vivir, comerciar... y aprender. En un día cualquiera sus puertos estaban atiborrados de mercaderes, estudiosos y turistas. Era una ciudad donde griegos, egipcios, árabes, sirios, hebreos, persas, nubios, fenicios, italianos, galos e íberos intercambiaban mercancías e ideas. Fue probablemente allí donde la palabra cosmopolita consiguió tener un sentido auténtico.
Es evidente que allí estaban las semillas del mundo moderno. Pero,¿qué impidió que arraigaran y florecieran? ¿A qué se debe que occidente se adormeciera durante mil años de tinieblas hasta que Colón, Copérnico y sus contemporáneos redescubrieran la obra hecha en Alejandría?. No hay noticia en toda la historia de la biblioteca de que alguno de los ilustres científicos y estudiosos llegara nunca a desafiar seriamente a los políticos, económicos y religiosos de la sociedad de aquel entonces. Pero los políticos y mandatarios pusieron en duda la permanencia de las estrellas, no la justicia de la esclavitud. La ciencia y la cultura en general estaban reservadas para unos cuantos privilegiados. La población no era consciente de los grandes conocimientos que existían dentro de la biblioteca. Los nuevos descubrimientos no fueron explicados ni popularizados, y la investigación benefició muy poco al pueblo. Los descubrimientos en mecánica y en la tecnología del vapor se aplicaron principalmente a perfeccionar las armas, a estimular la superstición y a divertir a los reyes y políticos. Cuando al final de todo, la chusma se presentó para quemar la biblioteca no había nadie capaz de detenerles.
Lo dicho, sé lo que me han enseñado, mas lo que yo he aprendido, y sé de quien tengo que aprender.